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Sello de LKDM Arquitectos

        

LKDM: arquitectura sensible, diseño con propósito

En 2004, tras completar un máster en diseño sustentable en Inglaterra, nació LKDM, una oficina que hoy se distingue por su enfoque consciente, el equilibrio entre razón y creatividad, y una mirada profundamente conectada con el entorno. La sociedad entre Rubén Díaz, Euhenia Subiri y Mauricio Lama  ha dado forma a una arquitectura que habla de contraste, complementariedad y visión compartida.

Dos proyectos reflejan esa esencia: Casa La Cumbre, en Vitacura, donde la luz y el paisaje se funden con la arquitectura, y una vivienda de emergencia diseñada tras el 27F para la Fundación Nuestros Hijos, reconocida por su innovación en estrategias bioclimáticas de bajo costo.

Hoy, entre casas, segundas viviendas, un lodge en las termas de Chillán, una cervecería y un colegio, el equipo de LKDM sigue explorando el territorio con entusiasmo, observando cada lugar con ojo crítico y sensibilidad.

¿Cómo llegaron a formar LKDM?
Fundamos LKDM en el año 2004, cuando volví de cursar un máster en diseño sustentable en Inglaterra. Al regresar, comencé a hacer clases en la Universidad de Desarrollo, donde conocí a Rubén Díaz, quien ya tenía su estudio hacía algunos años. Me invitó a participar en un proyecto complejo que resultó bastante exitoso, justamente por nuestras diferencias: Rubén es más amigo de los números y yo, más del lápiz. Esa combinación ha sido bien recibida por nuestros clientes, por lo que seguimos trabajando juntos hasta hoy.

¿Un arquitecto, diseñador o artista que admiren?
Glenn Murcutt, arquitecto australiano que trabaja con pocos recursos de manera consciente con el medioambiente. Define la buena arquitectura como un diseño sensible: sensible con su entorno, con sus materiales, con sus usuarios, generando bajo impacto y mejorando el entorno.

¿Un proyecto que los haya marcado?
Es difícil hablar de un solo proyecto. El desarrollo de viviendas nos ha enseñado mucho sobre cómo la gente habita, sus costumbres y los distintos lugares y climas donde se emplazan. Dentro de eso, hay dos casas que destacamos. Una es La Cumbre, en Vitacura, que refleja nuestro sello: incorporar el entorno y generar interiores integrados al paisaje, la luz y los recursos del lugar.
La otra es una vivienda de emergencia que desarrollamos después del 27F para la Fundación Nuestros Hijos. Fue un proyecto en el que aplicamos todas las estrategias posibles de acondicionamiento ambiental para lograr eficiencia térmica y un espacio saludable para sus usuarios. Fue un éxito y ha sido ampliamente observada por sus estrategias bioclimáticas de bajo costo.

Muchos jóvenes sueñan con ser arquitectos. ¿Qué consejos les darían?
Que comiencen desde ya a observar con ojo crítico los entornos que habitan: desde el clima hasta los detalles constructivos adecuados. Es la mejor forma de aprender a diseñar espacios que sean sustentables, funcionales y que generen emoción y encanto.

¿En qué proyectos se encuentran trabajando actualmente?
Estamos desarrollando varios proyectos de distinta escala. Entre los más grandes, un lodge en las termas de Chillán, una cervecera y un colegio. Además, trabajamos en casas y segundas viviendas. Nos encanta ir a terreno y viajar para ver las obras en distintas regiones.

¿Qué línea de Atika es su favorita?
Nos gustan mucho las líneas de porcelanatos por su exclusividad y diseño. También valoramos las griferías y artefactos con eficiencia hídrica, ya que combinan alta calidad y larga vida útil.